Todos los días uno se sienta en el patio de la casa
e intenta leer el periódico
encontrar algo legible en lo que no puede
llamarse de otra forma que deforestación
indiscriminada.
Por razones fuera del alcance,
la silla está siempre de frente al patio
de los vecinos
y todos los días están ahí
bajo la palmera semi escuálida
la pareja disfuncional de trinitarios
turnándose entradas y salidas aleatorias
al abismo negro que desde aquí es la puerta.
Ella llevando y trayendo ropa
mientras fuma un cigarro apresurada,
colgándola en un mecate trazado entre arbustos moribundos
y dibuja un collage de trapos en el aire
él llevando vasos vacíos y trayéndolos con whisky
mientras uno de los siete o nueve niños
que merodean
le mea así en su cara
pero ya lo ve borroso
y no se esfuerza por reconocerlo.
martes, 14 de octubre de 2008
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