viernes, 12 de septiembre de 2008

A la ilsa de Coche (o La soledad del pescador)

Un niño con la infancia anclada
con el anzuelo de una vejez prematura
ya mordido,

nos lleva hasta el bote que nos llevará
ayuda a las viejas a subir
aterradas con el mínimo vaivén de borda.

El trance del sonido ensordecedor
del motor,
las caras de frente
ya inmóviles tras los primeros minutos de viaje
rendidas las palabras al ruido
entregadas las mentes de cada uno
a sus pensamientos
o su ausencia.

La esperanza de la madre con su hijo ya verde
de llegar rápido
y la del otro niño,
el que sin camisa y asomos de celulitis infantil
dirige uno de los motores,
de recordar un rostro femenino
que le resulte familiar.

4 comentarios:

tehellet dijo...

jodidamente genial.

hijo de puta.

M. Chavarría dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
M. Chavarría dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gema dijo...

lograr hacer sentir a los demás que se vive un instante ajeno es mérito del poeta... mantener los ojos abiertos al mundo es mérito de quien vive intensamente la vida.
Publicá más poemas... con frecuencia paso por acá